El T-MEC ha muerto

El Tratado de Libre Comercio (hoy, T-MEC) fue una extraordinaria idea del presidente Salinas de Gortari, en 1990: afianzar un acuerdo de mercado sin aranceles con el vecino del norte, principal sociedad consumidora de bienes. Pero el compromiso fue catapultar el comercio exterior para construir una planta productiva con capacidad de competencia mundial.

El resultado está a la vista: de todos los productos de exportación, sólo cuatro realmente representan la verdadera capacidad productiva de México; en los demás hay participación cada vez más minoritaria porque las políticas de desarrollo industrial se han desinflado y el país carece de una planta de transformación.

Es paradójico que la 4T construyó su discurso electoral contra las deficiencias del tratado y en el poder, desde 2018, no ha hecho más que aferrarse de manera desesperada a ese acuerdo que ya no le beneficia a México.

La política arancelaria del presidente Donald Trump destruyó la viabilidad del tratado. Y con la mano en la cintura, México dice que buscará otros mercados para sus productos, pero sin reconocer que la estructura comercial no le servirá a las exportaciones mexicanas, porque la planta productiva regresó a los tiempos de la maquiladora y el ensamblaje.

La crisis del tratado sí tiene salidas, pero se requiere, antes que otra cosa, reconocer que las dos versiones del acuerdo comercial fueron usadas por Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto, López Obrador y Sheinbaum para un comercio exterior que beneficia a otras plantas productivas.

Los negativos están a la vista: el viejo populismo 1934-1982 logró tasas promedio del PIB del 6 % anual, en tanto que el ciclo del tratado apenas ha llegado al 2 %. Y el 55 % de la mano de obra trabaja en la informalidad, es decir, en la industria que no genera beneficio, pero sí utilidades empresariales.

La presidenta Sheinbaum está buscando con desesperación rescatar el tratado, pero a sabiendas de que seguirá la misma desigualdad social y productiva. Y el populismo se dedica sólo al gasto social, y no se ha preocupado por reconstruir la planta productiva competitiva.

Así que viene otro sexenio con tratado que no les sirve a los mexicanos.