
En Pino Suárez 30, a tres cuadras del Zócalo, la gente pasa sin prestarle atención. La prisa y la inmediatez en las que vivimos lo vuelve un edificio más de tantos que hay en el Centro Histórico. Sin embargo, es una joya arquitectónica. Fue construido, en 1536, a todo lujo, cuando todavía estaba “fresca” la Conquista. Una muestra: el portón original fue traído de Manila y tenía ribetes de oro puro.
Todo comenzó cuando una prima de Hernán Cortés contrajo nupcias con Juan Gutiérrez Altamirano, exgobernador de Cuba y corregidor de Texcoco. Por ese parentesco, el conquistador le regaló un enorme predio en la entonces calzada de Iztapalapa (hoy Pino Suárez), calle amada por la nobleza española por estar alineada con el actual Palacio Nacional.
Remodelado varias veces debido a los terremotos e inundaciones, la bella fachada de tezontle y cantera, así como sus gárgolas con forma de cañones, aún la distinguen en una ciudad que ha cambiado de rostro.
Un dato curioso es que este palacio fue habitado por 14 generaciones, incluso hasta 1964, cuando los nobles novohispanos sobrevivían rentando cuartos, tipo vecindad, y accesorias en la parte baja, hasta que vendieron el edificio al gobierno capitalino, que pidió al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez lo remodelara para ser el actual Museo de la Ciudad de México, desde 1960.
Dos detalles lo distinguen: una enorme cabeza de serpiente en la esquina de su fachada. Se piensa que fue parte del Templo Mayor, y la fuente con forma de concha en uno de sus patios, decorada con una sirena de dos colas. Un recuerdo de que sus nobles habitantes fueron parte de “descubridores” de Filipinas.
El escudo de armas de la familia, tallado en mármol blanco, es la suma de los cuatro linajes de gran prestigio: Altamirano, Velasco, Castilla y Mendoza. Fue ocultado por órdenes de Guadalupe Victoria, quien suprimió todos los títulos nobiliarios. En 1930 fue nuevamente develado. El emblema reunía todos los títulos nobiliarios otorgados desde Felipe III hasta Alfonso XIII.
Los condes de Santiago de Calimaya también fueron propietarios de la hacienda de Zacango, hoy sede de un zoológico.
Amigos, recórranlo. Hay visitas guiadas por sus más de 11 salas. Conocerán detalles asombrosos de este inmueble y aprenderán de nuestro pasado histórico.