En el área clínica escuchamos de manera constante a muchos padres quejarse y preocuparse por las conductas de sus hijos adolescentes. Los señalan por ser agresivos, flojos, ir mal en la escuela, mentir, o porque no son limpios, irresponsables y, lo más grave, desde mi punto de vista, presentar un vacío existencial.
La idea de muchos padres es llevar a los adolescentes a psicoterapia para que cambien, pero olvidan puntos fundamentales: qué está pasando en casa y cómo es la relación padre-hijo y qué han aprendido de los adultos con quienes viven.
Por ejemplo, a muchos padres les preocupa que los hijos reprueben o no concluyan su educación básica, no entienden por qué los chicos son tan apáticos en la escuela. Si revisamos un poco, en casa los padres, tíos, abuelos o con quienes vivan, son personas sin el hábito de leer, por ejemplo, algo fundamental para tener ese interés y deseo de aprender más.
Muchos padres creen que llegando a la adolescencia la responsabilidad surge, pero, ¿cómo? La responsabilidad es un valor que pasa a ser un hábito y se forma desde pequeños, dejando actividades adecuadas a su edad, que van generando en el niño el compromiso en casa así como la responsabilidad de sus actos.
Los padres regañan, gritan y exigen a los adolescentes que sean maduros y responsables, pero cuando el enojo se les pasa, vuelven a conductas de protección y terminan por ceder a las peticiones de estos. Caen en contradicciones que no marcan una dirección firme.
Si tienes problemas por la conducta de tu hijo, es necesario hacer una revisión de los límites y reglas que hay en casa, así como de los hábitos de los adultos. Para ayudar a que tu hijo madure es necesario reconocer en qué te estás equivocando.
Si quieres recibir una asesoría, con gusto puedes llamarnos al Centro Simi de Salud Emocional: 800 911 32 32, y uno de nuestros psicólogos te atenderá de manera gratuita.