Cuando la capital aún no era una jungla de concreto, había canales por donde los mexicas llegaban a tierra firme desde la gran Tenochtitlán. Uno de ellos, el de Jamaica, abastecedor del gigantesco mercado de Tlatelolco. También fue utilizado por los conquistadores con el mismo propósito: llevar flores, frutas y verduras hasta el corazón de la Nueva España.
Comenzó como un tianguis, abarrotado de trajineras y canoas. Tiempo después fue una garita española, donde los comerciantes registraban y pagaban por las mercancías que entraban a la capital.
En tiempos del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el canal fue desecado y pavimentado, y el tianguis se convirtió en el mercado de Jamaica, un centro de abasto popular, antecesor de la Merced. Fue inaugurado el 23 de septiembre de 1957.
En los años 40 del siglo pasado, Jamaica era un abigarrado conjunto de puestos de madera y láminas de cartón. Allí se vendía de todo, pero sobre todo flores, verduras, frutos y otros alimentos producidos en la zona sur de la ciudad. En 1952, un incendio acabó con el lugar. Años más tarde, Pedro Ramírez Vázquez y Félix Candela proyectaron un mercado moderno, que colapsó en el sismo de 1985.
Ya reconstruido con una estructura de hierro, Jamaica es famoso hoy por la venta de más de cinco mil especies de flores y por los tradicionales huaraches. Abierto las 24 horas, está adornado con coloridos murales alusivos a las trajineras y a los desaparecidos canales.
No se sabe por qué se llama Jamaica. Algunos dicen que era el nombre de una hacienda en ese sitio. Fue lugar donde paseaban los capitalinos para llegar a Xochimilco o al canal de la Viga, último sobreviviente del paso aplastante del asfalto.