Las mascotas han sido compañeras fieles del ser humano a lo largo de la historia. Más allá de ello y del afecto que nos brindan, la ciencia ha demostrado que estos amigos peludos tienen un impacto significativo en nuestra salud física y mental, especialmente, en la modulación del sistema nervioso autónomo y la regulación de las emociones.
El sistema nervioso autónomo, que regula funciones involuntarias como la respiración, el ritmo cardiaco y la digestión, puede beneficiarse de la interacción con mascotas. La presencia de un animal de compañía puede inducir la liberación de oxitocina, hormona que promueve la relajación y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Las mascotas también desempeñan un papel crucial en la regulación de nuestras emociones. Su presencia puede proporcionar una sensación de calma y seguridad, aliviando síntomas de ansiedad y depresión. Las actividades como acariciar a un perro o escuchar el ronroneo de un gato llegan a tener efectos terapéuticos, además de promover un estado de ánimo positivo y reducir la percepción del dolor.
Una mascota fomenta una rutina diaria estructurada, particularmente beneficiosa para personas que padecen trastornos del estado de ánimo. La responsabilidad de cuidar a un animal proporciona un sentido de propósito y mejora la autoestima. Aparte, las mascotas actúan como un puente social, facilitan interacciones con otras personas y combaten la soledad y el aislamiento social.
Las ventajas terapéuticas de las mascotas han llevado al desarrollo de programas de terapia asistida por animales, donde se utilizan perros, gatos y otros animales para ayudar a personas con diversas condiciones de salud. Ello se ha mostrado con resultados positivos en la reducción del estrés, la mejora del estado de ánimo y el apoyo en procesos de rehabilitación física y emocional.