Álvaro Cueva

Álvaro Cueva

Frente a la Tele

Correo: alvaro@alvarocueva.com |

Una historia personal

Sí, yo sé que cada vez es más complicado elegir entre tantos contenidos.

¿Le puedo dar un consejo? No sufra. No trate de ver lo que miran todos. No juegue a criticar. No destruya. Luche por ser feliz.

Sí se puede ser feliz mirando series, películas o lo que sea. Para explicarme, le voy a contar una historia personal.

Yo, como usted, soy padre de familia y cada día batallo más para que todos estemos juntos, para convivir bien.

¿Qué hacemos para tener momentos familiares? Nos obligamos a ver una serie, una en español, una mexicana. Así fue como llegamos a Los enviados en Paramount+.

Como la temporada uno la fueron subiendo a un ritmo de un capítulo por semana, hacíamos cita para preparar las botanas y sentarnos juntos frente a la tele, una vez cada ocho días. ¡Y fue hermoso!

En diciembre, cuando estrenaron la temporada dos, toda de ‘trancazo’, decidimos regresar a nuestra tradición y verla sin prisas, pero siempre juntos, felices.

¿Por qué decidimos ver esa serie y no otra? Porque es diferente a todo lo que existe en el mercado, porque es cero pretenciosa y, a pesar de eso, está llena de grandes actores como Luis Gerardo Méndez.

Para acabar pronto, es suspenso a la mexicana, como el del cine de nuestros padres y abuelos. Es la historia de dos sacerdotes que investigan casos que podrían ser, o los mejores exorcismos, o los peores fraudes.

Está muy buena, muy interesante. La temporada uno se desarrolla en México. La dos, en España. Y el director, Juan José Campanella, “humildemente” ganó el Oscar. Usted dirá si no es garantía.

¿Por qué le estoy contando todo esto? Porque yo amo el espectáculo y me duele ver cómo, por un lado, la gente está compitiendo para ver quién es más infeliz y, por el otro, con tantas opciones, uno ya no sabe qué ver. Las cosas buenas se pierden.

Vea, por favor, Los enviados en Paramount+ pero, sobre todo, sea feliz en su consumo de contenidos, vuelva a reunir a su familia. Sí se puede. Se lo juro. ¿Qué opina?