Álvaro Cueva

Álvaro Cueva

Frente a la Tele

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Amor amargo

Estamos a muy pocos días de que acabe 2024 y hay un título que, para mí, simboliza la gran reflexión mediática del año que está por terminar: Amor amargo.

¿Por qué? Porque hoy, cuando tenemos tantas opciones, tantos estímulos y nos podemos volver locos luchando por elegir qué ver, esta producción de Pedro Ortiz de Pinedo nos dice: “¡Calma! No hay nada como una verdadera telenovela tradicional mexicana”.

En efecto, cuando uno mira a Daniela Romo, a Ana Belena y a Andrés Palacios en esta historia de amor tan clásica, tan sencilla, pero al mismo tiempo tan compleja, tan actual, entiende la grandeza de México, de su pueblo y de su televisión.

Es más, cuando uno va siguiendo sus capítulos, incluso deja de sentir pena por utilizar la palabra “telenovela”. ¡Hasta se olvida la vergüenza por mirar la televisión en tiempos de streaming!

Ver Amor amargo es como ver las telenovelas de antes, las buenas telenovelas de antaño.

¿Cuáles le tocaron? ¿Las de Silvia Derbez, Irma Lozano y Fanny Cano o las de Angélica María, Jacqueline Andere y Julissa?

¿Cuáles fueron sus favoritas? ¿Rina, Los ricos también lloran, Cuna de lobos, El extraño retorno de Diana Salazar, Corazón salvaje, Rebelde o La madrastra?

Bueno, aquí, uno siente lo mismo. Siente el poder del amor, la lucha del bien contra el mal, el peso de un buen libreto, el nivel de las estrellas.

Y eso, justo ahora cuando todo se hace a destajo, para ofrecernos contenidos que ni siquiera terminamos de ver, se siente bonito. Es como un homenaje al público. Es volver a tratar con respeto a la gran familia mexicana.

Por favor, no juguemos al clasismo televisivo, a etiquetar como inferiores a las telenovelas frente a las series o al cine porque, ¡qué cree!, ni todas las series y las películas son buenas, ni todas las telenovelas son malas.


Luche por ver este melodrama seriado en Las Estrellas y VIX. Por favor, sea feliz y reciba, desde aquí, mis bendiciones y mis mejores deseos para usted y los suyos en estas fiestas y en el año que está por comenzar. ¡Felicidades!