Sea cual haya sido el total de medallas conquistadas por nuestros atletas en los Juegos Paralímpicos de París, esta delegación nos mueve a hacer varias reflexiones:
Primero, nunca se dan por vencidos. Segundo, ninguna barrera los detiene. Tercero, las diferencias físicas no tiene por qué convertirse en desigualdad social. Y algo más: son ejemplo para un país donde 60 % de la población padece sedentarismo.
Su labor es admirable, siempre apoyados por sus familias, y ahora también por empresas como Farmacias Similares (un millón para preseas áureas, 500 mil pesos a los ganadores de plata y 200 mil a los de bronce).
Debemos reconocerlo, son un legado de perseverancia, disciplina, superación y éxito. Y aunque no caben las comparaciones con el deporte olímpico convencional, sí es de destacarse que estos atletas compiten con más corazón, entusiasmo y confianza en sí mismos.
¿Rendirse?... ¡Jamás! / Fanático