Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

De barrio en barrio

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La machincuepa en el Zócalo

La Plaza Mayor, hoy nuestro querido Zócalo de la Ciudad de México, ha sido escenario de mil historias, algunas terribles y sangrientas; otras, graciosas y hasta cómicas.

Una de ellas, es la de la machincuepa (nahuatlismo que significa ‘rodar como calabaza’). ¿Quieren saberla? Pues tuvo su origen en 1714, cuando llegó a la Nueva España el marqués don Mendo de Quiroga, un septuagenario de los más adinerados de aquella época. Obviamente, fue recibido con bombo y platillos por los gobernantes, claro, a cambio de grandes talegas llenas de oro y plata.

Aquel noble tenía un carácter de los mil diablos y sufría de una dolorosa gota que lo mantenía en cama. En esas penosas circunstancias se enteró de la muerte de su hermano en España y de que quedaba en la orfandad su sobrina Paz, una doncella de excepcional hermosura.

Don Mendo no dudó en traerla a su lado para cobijarla como heredera de todos sus bienes y enorme fortuna. Sin embargo, la joven Paz le daba al tío un pésimo y grosero trato. Ya se sabía heredera y lo menospreciaba.

Entonces, el marqués le puso una condición para dejarle la herencia: debía darse una machincuepa en pleno Zócalo, ante la mirada de todos en pleno día. Paz no pudo negarse. Pudo más su ambición y cumplió con el desafío.

Desde entonces, la gente al verla le gritaba: “¡machincuepa!, ¡machincuepa!”. La tendencia le dio temporalmente ese nombre a la calle donde ella vivía. Hoy, se denomina calle de la Soledad, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México.

El caso es que Paz, avergonzada, terminó por volverse a España, donde murió sola, enferma, aunque, eso sí, muy rica.