La esquina de Donceles y Allende derrama historia. Antes se llamaba Factor y Canoa, porque esta era un canal que se cruzaba en ese tipo de embarcación.
Fue el lugar donde los mexicas almacenaban sus armas. En la época colonial funcionó para vender esclavos. Después fue la plaza Factor de la Cruz, un baratillo donde se ofrecían artículos nuevos o usados a bajo precio. Duró 200 años. También hubo una fuente para que la gente se abasteciera de agua potable. Luego se autorizó abrir un mercado. Pasados los años, en el porfiriato, se levantó el teatro Iturbide, elegante recinto que funcionó por más de 20 años hasta que lo ocuparon los diputados porque su salón en Palacio Nacional había sido consumido por un incendio.
Los legisladores sesionaron allí durante 37 años. Se inauguró con la toma de protesta de Sebastián Lerdo de Tejada, presidente interino tras la muerte de Benito Juárez. Por desgracia, un cortocircuito causó otro incendio (1909). Se perdía, ahora, un valioso acervo documental, donde estaba el acta original de la Independencia. Díaz ordenó reconstruir el edificio mientras se tenía el proyecto de levantar un capitolio similar al de Estados Unidos. Nunca se concluyó. Hoy es el Monumento a la Revolución.
Casi dos años después, y a partir del 1 de abril de 1911, volvió a ser la sede de la Cámara de Diputados. Desde entonces presenta la misma fachada, así como su distribución interior, casi sin modificación de detalles. Adentro, la decoración también es afrancesada, muy notoria en las escaleras de caracol, los vestíbulos y las lámparas.
Funcionó hasta 1982 cuando se construyó la nueva sede de San Lázaro, y la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México ocupó el histórico edificio en la esquina de Donceles y Allende.