Los reportes del INEGI de índices de mortalidad y morbilidad señalan que, de enero a junio de 2023, se registraron 97,187 muertes por enfermedades del corazón (51,184 hombres y 45,995 mujeres); 55,885 por diabetes mellitus (27,469 hombres y 28,415 mujeres); 45,409 por tumores malignos (21,529 hombres y 23,880 mujeres); 19, 819 por enfermedades del hígado; 17,776 por causas cerebrovasculares; 9,953 por enfermedades pulmonares obstructivas crónicas y 7,800 por insuficiencia renal.
La Comisión Federal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios dice que desde hace 20 años cuando menos la mitad de las enfermedades mortales de los mexicanos son debidas a la contaminación.
Desde 1999, sabemos que existen más de 64 sustancias químicas en el aire ambiente, identificadas por la Organización Mundial de la Salud. Pero México sólo monitorea ineficientemente cinco contaminantes criterio: SO2, NOx, ozono, PM2.5/PM10 y CO. Las consecuencias son graves: 29,000 mexicanos que fallecen prematuramente cada año.
La contaminación atmosférica se debe a las emisiones tóxicas provenientes de la quema de combustibles fósiles en plantas termoeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad y en plantas catalíticas viejas de Petróleos Mexicanos.
Sumemos las emisiones tóxicas de autos, camiones, motocicletas, aviones, barcos, lanchas, ferrocarriles, calderas industriales, calderines de hoteles, restaurantes y hospitales. Y también las emisiones de metano (CH4), de excretas de animales y de 2,200 tiraderos de residuos sólidos urbanos.
Además, respiramos metales pesados provenientes de pinturas degradadas que se desprenden de las superficies donde se aplicaron. Igual que las emisiones de compuestos orgánicos volátiles de los disolventes para pintar vehículos, las tóxicas de los incendios forestales y de tiraderos de residuos sólidos urbanos.
Conclusión: la política ambiental en materia de calidad del aire y su modelo son un total fracaso.
*Carlos Álvarez Flores, presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Experto en gestión de residuos y cambio climático