Al parecer, hubo dinosaurios de todos tamaños, de varios colores, que se movían en el agua, tierra o aire.
Todos muy fuertes y bien protegidos para la vida salvaje que llevaban, en la que la ley del más fuerte, era la que se imponía.
Quizá por eso es que el triceratops estaba protegido con una de las armaduras más poderosas, para defenderse.
Triceratops es un nombre que viene del griego: tri=tres, cera=cuerno y tops=cara. Algo así como “tres cuernos en la cara”.
Vivió en América del Norte, por más de 68 millones de años y fue uno de los últimos dinosaurios que existieron.
Si te hubieras encontrado con uno, solo de verlo te hubieras desmayado (y yo también), porque tenía un aspecto feroz y poderoso. Dime si no: su cabeza podía pesar lo que unos 10 carros pequeños, y tenía tres cuernos; uno encima de la boca, y dos, de un metro de largo, sobre los ojos. Toda una armadura.
Tenía, digamos, el aspecto de un enorme rinoceronte, con cuernos que, se piensa, usaba para defenderse, o para coquetear.
El triceratops podía medir hasta nueve metros de largo y tres de altura. Como si fuera un camión de pasajeros. Por eso, era capaz de enfrentarse a los tiranosaurios.
Y, sin embargo, con todo ese aspecto de fiereza, no se alimentaba de otros animales, sino de plantas. Eso sí, de grandes cantidades de plantas para satisfacer lo que un cuerpo tan grande requería.
Y precisamente, por ello, su boca se parecía a la de los pericos actuales y le facilitaba arrancar hierbas. Sus dientes eran chatos, sin filo, y tenía 40 columnas de ellos, con tres o cinco dientes en cada una de ellas. O sea, entre 432 y 800 dientes. ¡Ah! Y si se le antojaba comer las hojas de un árbol… ¡pues lo tiraba!
Los paleontólogos no tienen un esqueleto completo de este dinosaurio. ¡Pero, tú sí! Solo ármalo. Date prisa, no se vaya a extinguir.