Hace un montón de años. En el siglo XVI, los comerciantes europeos, gracias a los descubrimientos y los libros de Marco Polo, el explorador italiano, comenzaron a hacer negocios con Japón, China e India, entre otros países de Oriente. Pero por una guerra entre musulmanes y cristianos, la ruta que tomaban para comerciar con la seda, quedó bloqueada.
Así que cuando Cortés conquistó el imperio Azteca y Magallanes descubrió el archipiélago de las Filipinas, los comerciantes encontraron lo que andaban buscando; o sea, el modo de extender su terreno de negocio.
En las Filipinas, que era el puerto de Manila, se reunían grandes riquezas asiáticas: sedas, maderas, telas, especias y metales preciosos. De modo que para hacer negocios con América, esa valiosa mercancía, se embarcaba en barcos del tipo galeón, a los que se llamó Naos, y navegaban rumbo ¿sabes a dónde?, al puerto de Acapulco y de ahí, al puerto de Cádiz, en España.
Acá en la Nueva España, se les llamó “La Nao de China”, y así los conocemos todavía, aunque la verdad es que jamás llegaron a playas chinas; se le llamaba así, porque para los españoles de aquella época, decir “China”, era nombrar a cualquier parte del lejano Oriente, desde la India, Sumatra, Corea o Japón.
Una vez que llegaban a Acapulco, todas esas riquezas, se transportaban por tierra hasta Veracruz, donde se volvían a embarcar junto con productos del Nuevo Continente, hacia La Habana, en Cuba, y de ahí, hacia Cádiz en España. El viaje, se hacía de dos a cuatro veces al año y era una fiesta, cada que zarpaba o llegaba a un puerto. A ese viaje, se le llamó “La ruta de la seda” y duró más de 250 años.
La nao más famosa fue un barco que se llamaba “El Galéon de Manila”, que fue el que hizo más recorridos y sorteó más peligros, porque los piratas, siempre estaban al acecho.
Pero, ¿sabes algo?, gracias a esos viajes comerciales, se llevó a cabo un intercambio cultural muy importante. Debido a eso, entre otras muchas cosas, en nuestro país existen las peleas de gallos, la talavera, los rebozos de seda y la China poblana.
¿Cuál va a ser la ruta que seguirá tu barco? ¿Vas a comerciar con él? ¿Te van a asaltar piratas? ¿Qué vas a transportar?
Lo que te sugiero, es que armes una flota, y luego invites a tus amigos a ir de puerto en puerto, por la ruta de tu imaginación.