Yo creo que todos conocemos la historia del Titánic, el trasatlántico inglés que se hundió durante el primer viaje que hacía.
Partió en su travesía inaugural, el 10 de abril de 1912, de Southampton a Nueva York, pero chocó de lado, con un iceberg, a las 23:40 del domingo 14, y terminó yéndose a pique a las 2:20, del lunes 15.
De acuerdo a la investigación de Estados Unidos, el buque, aún cumpliendo con la legislación vigente, no llevaba botes salvavidas para todo el pasaje y tripulación.
El RMS Titanic, en inglés “Royal Mail Steamship Titanic”, o sea, “Buque Correo Real Titánic”, era el segundo de tres transatlánticos, que se construyeron de clase Olympic, que pretendía dominar el negocio de los viajes transoceánicos a principios del siglo XX.
Los otros dos eran el “RMS Olympic”, y el “RMS Gigantic”.
Los tres barcos fueron diseñados por Thomas Andrews; eran propiedad de la White Star Line, y fueron construidos en astilleros de Belfast, Irlanda del Norte.
Estos eran más grandes y lujosos que los de la competencia.
De hecho, el Titánic fue el barco de pasajeros más grande y lujoso de la época, junto con el Olympic.
El Titánic se diseñó con las más avanzadas tecnologías de aquel tiempo, como mamparos herméticos que dividían el casco en 17 secciones independientes, y que podían mantenerlo a flote en caso de rotura de una parte del casco; tenía telegrafía, un nuevo diseño de hélice de tres palas y grandes lujos.
Sin embargo, se hundió, y fue uno de los peores desastres marítimos de la historia tiempos de paz, y quizá el más famoso, porque el peor sucedió a finales de la Segunda Guerra Mundial, donde con un torpedo, un submarino ruso hundió al barco alemán Wilhem Gustloff, y provocó la muerte de 7 mil personas. Cinco veces más que en el Titánic.
Una teoría sostiene que el Titánic no se hundió por chocar con un iceberg, porque hubiera podido seguir su viaje, sino que fue por los agujeros que provocaron cinco artefactos explosivos colocados en puntos estratégicos del barco. Y esto, porque llevaba un cargamento de lingotes de oro puro destinados a comprar armamento bélico para la Primera Guerra Mundial.
Se cree que los espías alemanes en el Reino Unido averiguaron el secreto de la carga del Titánic y decidieron hundirlo para evitar esa compra. Pero ahora tú vas a tener tu propio Titánic. Ármalo, bótalo —que así se dice cuando un barco es lanzado al mar— y navega por las aguas que quieras, siempre y cuando estén limpias. Eso sí, procura no viajar cerca del hielo… por si las dudas.