Para los niños
Mi tía Cristeta le dijo a mi tío Lupercio: "Te tengo una sorpresa". Y mi tío, que pensó que la sorpresa que le iban a dar, era una tele nueva para ver el fut, casi se cae cuando mi tía le dijo:
"¡Vamos a tener otro bebé!"
Entonces mi tía se dedicó a visitar tiendas de muebles para bebé, en lo que mi tío se reponía de la impresión.
Mi tía, que había tenido a mi último primo hacía unos 9 años, se puso muy contenta de saber que no habría quinto malo y andaba muy emocionada eligiendo muebles para la recámara del nuevo.
Lo primero, dijo, tendrá que ser la cuna, un buró para poner el calentador de los biberones, y hasta el micrófono ese que ahora le ponen a los bebés para que la mamá lo escuche desde la cocina. Una lámpara, un móvil, o sea uno de esos colgantes que tienen figuras que se mueven con el aire, o que les das cuerda y hasta tocan música. Varios muñecos de peluche, cobijas bonitas y una cajonera donde guardar la nueva ropita y donde poner encima, una grabadora que toque a "Mozart para niños", para que crezca siendo un genio. Un tapiz para las paredes con figuritas de nubes… mejor de animalitos… o mejor… mejor de angelitos. ¡Aaahh!
Claro que eso, sólo en lo que crece, porque, dependiendo si es hombre o mujer, ya después habrá que ponerle transformers o princesas. Esa fue la tarea de mi tía Cristeta mientras esperaba al bebé.
El chiste es que el bebé se sienta bien. A gusto. Confiado. Tranquilo.
No como mi tío Lupercio, que dejó de estar a gusto, confiado y tranquilo cuando nació mi primo… o mejor dicho, mis primos, porque resultó que fueron dos. Así que no sólo no hubo quinto malo, sino no hubo sexto malo. O sea, un primo y una prima: Damocles y Serpentina.
Bueno… esa fue la historia que se me ocurrió. A ver cuál se te ocurre a ti, mientras juegas con esta recámara que promete ser de gran comodidad para el bebé.