Chucu-chucu, máquina 501
Máquina quinientos uno, la que corrió por Sonora, por eso los garroteros el que no suspira, llora.
Era un domingo, señores, como a las tres de la tarde, estaba Jesús García acariciando a su madre. Dentro de pocos momentos:
-madre tengo que partir, del tren se escucha el silbato, se acerca mi porvenir.
Cuando llegó a la estación un tren ya estaba silbando y un carro de dinamita ya se estaba quemando.
El fogonero le dice:
-Jesús, vámonos apeando, mira que el carro de atrás ya se nos viene quemando.
Este es un fragmento de uno de muchos corridos que durante la Revolución Mexicana, hablaban de trenes. Y es que trenes como el que puedes armar ahora, fueron un medio importantísimo para comunicar a la gente del país durante aquellos años en que la lucha interna se daba por estas tierras.
Como tú ya sabes, antes no había autos, ni teléfonos, ni televisión. Bueno, ni celulares, ¡ni internet! Así que para comunicarse, la gente usaba el correo, el telégrafo, o los ferrocarriles.
Porfirio Díaz, que era el presidente de México, por allá de 1910, aunque en realidad lo había sido desde mucho antes, y que en realidad era el centro del conflicto, había promovido el crecimiento de los “caminos de acero”, o sea las vías de tren, por la mayor parte de nuestro territorio y eso lo utilizaron los revolucionarios para extender su lucha.
Hoy tú puedes construir tu propia red de ferrocarriles y en lugar de hacer una revolución en tu casa, transportar turistas desde la cocina hasta el patio y darles un paseo turístico, mientras les explicas los sitios históricos.
Como por ejemplo: el rincón donde se escondió el ratón en el 2006, o el vidrio al que rompió una pelota de beisbol el año pasado y que sigue así, o el clóset que nadie abre por temor a ser devorado. Arma tu ferrocarril, o tus ferrocarriles y pasea por tu imaginación.