Desde mediados de 2021 existe una buena cantidad de editoriales que nombraron al 2022 como “El Año Mundial de la Fiesta”. Esta aseveración se basó en la sobrecompensación esperada en la raza humana, derivada de los dos años anteriores de encierro, confinamiento y reglas de convivencia que cambiaron la manera de socializar.
En este sentido, la primera fecha relevante a festejar se presenta en febrero, el 14, Día de San Valentín, Día de los Novios, el Mes de los Enamorados. Parece mucho más que una casualidad el hecho de comenzar con esta festividad. Tal vez la manera de socializar más afectada por los lineamientos de la pandemia del SARS-CoV-2 fue la capacidad de conocer gente nueva, de ir a sitios, o con ayudas electrónicas, aplicarse en las redes del “ligue”.
Dejarse llevar por los momentos del romance y la pasión, por las mieles del enamoramiento agudo que nos dan la sensación completa de omnipotencia, nos convierte en foco rojo de potenciales contagios, desde no guardar el metro y medio de sana distancia, abrazarnos, tomarnos de las manos, besarnos y qué decir de las relaciones sexuales.
Caer en las redes de la fiesta 2022, se comenzó a bosquejar a finales de 2021. Ya los protocolos de vacunación iban avanzados en el país, las cifras de la pandemia tendían a la baja y se preveían todos estos escenarios; pero surgieron las variantes del virus que nos confrontan con carencia de inmunidad y mayor contagio.
Tenemos que respirar profundo, ser prudentes, y aplicar el sentido común para que, a partir de las recomendaciones de salud de las autoridades, podamos abrirnos, poco a poco, y de manera progresiva, a modos moderados de socialización, sin dejar de equilibrarnos en la protección que debemos de respetar.
14 de febrero, sí, pero con mucho cuidado…