En México se celebra el Día del Padre el tercer domingo de junio. La convivencia humana es compleja. No solo las relaciones románticas, sino también a las que tenemos con nuestros amigos y familia.
A nuestra pareja y amigos, los elegimos de manera libre y podemos, si quisiéramos, terminar las relaciones y seguir adelante. En cambio, los vínculos familiares no son producto de una elección; pero sí, más profundos.
En la literatura y la mitología hay figuras paternas terribles: Cronos devoraba a sus hijos por temor a que alguno de estos se rebelara en su contra; Tántalo, por complacer a los dioses del Olimpo con deliciosos manjares, hizo pozole a su hijo Pélope. Ejemplos más modernos son Darth Vader y, gracias a Netflix, podemos ver a Luisito Rey, explotador de Luis Miguel.
Pero en el universo de padres, no todos son tan siniestros; también hay ejemplos de algunos cariñosos. Uno de los más entrañables es Jean Valjean, el personaje principal de Los miserables (1862), de Víctor Hugo.
Sé lo que están pensando: Jean Valjean no es el padre biológico de Cosette. Sin embargo, ¿el amor a los hijos surge del vínculo genético? Jean Valjean adopta a Cosette, una pequeña desamparada a quien su madre no puede mantener.
Cosette había quedado al cuidado de una familia que la maltrataba y que, de manera constante, le recordaba ser una niña abandonada. Después de la muerte de su madre, quien de vez en cuando enviaba dinero para su hija, Jean Valjean la rescata y se compromete a protegerla y cuidarla.
¿Dirían que Jean Valjean hizo menos que ser un padre para Cosette? No es la sangre lo que los une, sino los cuidados y el cariño que se profesan el uno al otro. La paternidad de Jean Valjean surge de un acto deliberado, responsable, amoroso y constante; no de una noche de copas o la rotura de un látex.
Sapere aude ¡Atrévete a saber!