En el servicio de apoyo psicológico del Centro Nacional de Diagnóstico para las Enfermedades Emocionales (CNDEE), cada vez escuchamos a más parejas que se casan o se van a vivir juntos a los tres meses de conocerse. Y es de asombrarse que esto ocurre en cualquier estado del país, sin importar edad o nivel socioeconómico.
¿Qué sucede con el paso del tiempo? La fantasía del amor romántico se desvanece, surgen problemas para ponerse de acuerdo, resolver conflictos, aprender a escuchar, y se cae en malas interpretaciones. Empieza entonces la frustración porque la pareja “está cambiando”. ¿Cambiando o es la misma de siempre, solo que no se dieron el tiempo suficiente para conocerse?
Además, no falta el involucramiento de la familia de uno o ambos, los amigos o antiguas parejas. El sueño de la relación color de rosa y la felicidad eterna choca contra la realidad de vivir con un completo extraño.
¿Qué pasa con la vida sexual? Lo mismo que ocurre con todo lo demás, desde cómo le gusta el desayuno a la pareja, o si deja la ropa tirada después de bañarse, o con qué frecuencia le agrada asearse. En la sexualidad también hay diferencias en cuanto la frecuencia con la que se desea intimar, si se usan o no preservativos o algún otro método anticonceptivo, si les gusta hacer uso de la pornografía, de juguetes sexuales, de parejas alternas, o si se consigue la excitación dando nalgadas, por ejemplo.
El quiebre emocional es inminente si se dan cuenta que la fantasía se esfumó y que el príncipe o princesa se convirtió en un “pervertido sexual”, solo por tener gustos distintos a lo que se creía era lo “normal y bonito”.
Para tener y mantener una relación de pareja se necesita tiempo para convivir, escuchar, saber sus gustos, reacciones, deseos, expectativas, conocer a la familia, sus formas de comunicación y solución de problemas. Y un punto importante, estar al tanto de sus gustos sexuales.