Es muy fácil fijar nuestra atención en situaciones dolorosas y desagradables de la vida diaria: inseguridad, injusticias, problemas económicos…, y llega un punto en donde todo esto permea la visión que tenemos de la vida, volviéndola catastrófica y sin razón.
Llegamos a tener la creencia de que nada está bien, que es necesario estar a la defensiva para evitar ser víctima de algún delito, injusticia o traición. Poco a poco, perdemos la capacidad de confiar.
En las relaciones de pareja, aparte de todo lo que cada miembro vive diariamente, se instalan la monotonía, el cansancio y la rutina; y estas llevan a creer que la pareja se puede convertir en un depósito de frustraciones personales.
Entonces, si juntamos la paranoia con la creencia de que la pareja nos tiene que aguantar todo, ¿qué obtenemos?, tal vez nada. Entonces ¿qué podemos hacer para que la relación se convierta de nuevo en aquello que proporcionaba emoción y felicidad? Simplemente hay que recordar, así es, recodar. ¿Recuerda la primera vez que vio a su pareja?, ¿qué le gustó de él o ella?, ¿cómo fue la primera cita, el primer beso, el primer abrazo? Los recuerdos hacen aparecer las emociones agradables y disminuir el enojo.
Recordar situaciones que generaron una emoción de enojo o rencor, hacen que las volvamos a vivir. Situaciones de alegría y enamoramiento nos lleva a una sensación agradable. Inténtelo y verá qué pasa.
Lo agradable y desagradable forma parte de nuestra vida, no lo podemos evitar; pero tenemos el hábito de revivir de manera constante aquello que lastima, y dejamos de lado lo bueno y amoroso de nuestra historia.
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