Enero suele ser muy flojo en materia de televisión. Dicen que se debe a la baja de los “ratings”. Yo creo en otra causa: la gente de la industria se va de vacaciones y tarda demasiado en regresar.
¿No se supone que en estas fechas es cuando estamos padeciendo la cuesta de enero y, por lo mismo, nos encerramos en nuestros hogares a ver televisión?
Enero tendría que ser un mes de oro para encontrar programas, series y telenovelas, una oportunidad increíble para que las televisoras le demostraran su amor al público, lo atendieran, lo apapacharan.
¿Y con qué nos pagan? Con repeticiones, emisiones de bajo presupuesto y títulos que no llegan hasta finales de mes. ¡No se vale!
Por eso las mujeres y los hombres de hoy se van a los sistemas de distribución de contenidos en línea, a las redes sociales e, incluso, a los cables y las antenas directas al hogar.
2020 va a ser un año difícil para el mundo de la televisión, y si nuestras grandes cadenas no se ponen las pilas desde el principio, quién sabe cómo vayan a llegar a diciembre.
¿En qué me baso para decirlo? En el contexto económico y tecnológico, nacional e internacional. Cada vez hay menos dinero en el mercado y más opciones de información, entretenimiento y educación. Solo van a salir adelante los medios que se apeguen a las reglas del juego.
¿A qué me refiero? A que, en el caso de la televisión abierta privada, solo van a progresar los canales que regresen al origen: telenovelas, noticias y programas familiares que sea eso en su esencia.
En el caso de los medios públicos, los que verdaderamente se preocupen en contrapuntear a los medios privados. Y en la industria de televisión de paga, los canales que ofrezcan un diferenciador respecto a la TV abierta. Enero suele ser un mes muy flojo en materia de televisión. ¡Ya basta! Hoy, menos que nunca. Zapatero a sus zapatos. Televisión a la televisión. ¿O, usted, qué opina?