Quien diga que la televisión abierta privada nacional está estancada, no sabe lo que está diciendo.
Nada que ver entre las historias que se están contando hoy, tanto en Televisa como en TV Azteca, y las del pasado.
En este momento, por ejemplo, Azteca Uno está transmitiendo El César, y no sé usted, pero estoy convencido de que esto es un acontecimiento.
Estamos hablando de una serie programada en un horario que antes solo se utilizaba para telenovelas. No estoy alucinando, El César no es una telenovela, viene de los cables y de las antenas directas al hogar, donde el concepto de serie sigue siendo algo fundamental.
Pero, ojo, no es cualquier serie, es la biografía de Julio César Chávez, un hombre, un boxeador.
¿Qué tiene esto de interesante? Que abre el espacio a un público más allá de lo femenino, que apela a audiencias que apuestan por algo más que el romance.
El César es para los amantes del drama y también para los amantes del deporte, de la historia y de la política. Por si esto no fuera suficiente, es una producción llena de profundos mensajes familiares y de superación personal.
Sí, ya sé lo que está pensando: Álvaro, o está vendido a TV Azteca, o ya se volvió loco. Aquí hay drogas. ¿Cómo es posible que esto mande mensajes positivos?
Ni estoy vendido a TV Azteca, ni me he vuelto loco. Atrás de El César se encuentra la marca más familiar del mundo: Disney.
Y si esta ha creído en la biografía de este boxeador es porque ha encontrado en ella cosas que nos van a ayudar como familias.
Yo solo le recuerdo que hace muy poco tiempo, en ese mismo horario, en ese mismo canal, se transmitían “refritos” de lo más convencionales, como Hombre tenías que ser y Entre el amor y el deseo.
¿Sí aprecia el cambio? ¿Sí se da cuenta de la evolución?
Por favor, ya no se queje de la televisión abierta privada nacional, y atrévase a disfrutar de novedades, como El César.
¿O usted qué prefiere? ¿Que nos vuelvan a poner La loba y La mujer de Judas?