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Columnas |
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México, a la zaga del desarrollo en AL
Uno de los más graves daños que a la nación mexicana y sus habitantes le han hecho la corrupción y la impunidad, consiste en ver falsamente, “como algo normal”, que se puede “triunfar en la vida”, enriqueciéndose “de la noche a la mañana”, al amparo del poder, tal como ha acontecido durante los últimos años, en perjuicio de la inmensa mayoría del pueblo y el beneficio de unos cuantos.
Pero esta inmoral maniobra para “triunfar en la vida” es totalmente engañosa porque la verdadera, la valedera y permanente victoria que las naciones y el ser humano pueden alcanzar es mediante “el trabajo fecundo y creador”, como lo dijera ese gran viejo, ese presidente de la austeridad en nuestro país -1952-1958-, el veracruzano don Adolfo Ruiz Cortines.
La tragedia económica y social que sufrimos la mayoría de los mexicanos en aras de la desigualdad existe porque se abandonó el trabajo productivo como sistema infalible para alcanzar el progreso que, mediante un reparto justo de lo producido, crea la verdadera paz que es, precisamente, fruto de la justicia.
El Fondo Monetario Internacional, acaba de declarar que “el actual crecimiento económico de México no resolverá la pobreza de los mexicanos”, porque “la tasa de crecimiento es demasiado baja para dar oportunidades y mejorar la distribución del empleo” y, como si fuera poco, sobre el atraso económico y social en que nos encontramos, la institución financiera señala que “México va a la zaga en América Latina”. Este análisis mueve a reflexión, necesariamente.
Nuestro país, lamentablemente, ha caído en manos de presupuestívoros que se alimentan de las ubres de los erarios nacional, regional y local a toda la capacidad de sus insaciables fauces. La política, los partidos políticos se han apoderado de lo vital de nuestro país y para medrar en aras de los “puestos de elección popular”, se ha caído en el letal vicio de la mucha política y la poca administración.
Se necesita, urgentemente, que haya menos política y más administración, para que nuestro país rehaga su planta nacional productiva y así podamos producir lo que consumimos y consumir lo que producimos, con el propósito de liberarnos de las especulaciones en el ámbito de la economía global que en el caso de México ha servido para enriquecer a la elite oligarca y el empobrecimiento de la mayoría.
Es axiomático que la verdadera liberación del hombre está en el trabajo justamente retribuido. Toca a las autoridades crear las condiciones para que México vuelva al camino de la prosperidad y, para ello, se necesita menos política y más administración, y verdadero amor a México.
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