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Batalla de Churubusco, lección por aprender
Los días de la invasión norteamericana en el Valle de México figuran entre lo más doloroso y aleccionador de nuestra historia nacional. Ese 20 de agosto de 1847, los patriotas que defendieron el punto bajo el mando del Gral. Pedro María Anaya, fueron traicionados por la más alta autoridad del país, es decir, el presidente-general, Antonio López de Santa Anna.
Tan condenable acción de parte del futuro “Alteza Serenísima”, fue una más de sus trampas para favorecer a los invasores, lo que es propio de la gente descastada, carente de nobles principios, de amor al país que le vio nacer, de consideración a sus compatriotas.
La Batalla de Churubusco no fue la única acción que en el Valle de México decidió la suerte a favor del enemigo que nos arrebató más de la mitad del territorio mexicano, bajo el clausulado del Tratado de Guadalupe Hidalgo, del 2 de febrero de 1848, con la capital del país invadida por los gringos y la bandera yanqui enarbolada en pleno Palacio Nacional.
México ha tenido la desgracia de que en varias ocasiones, quienes rigen los destinos del país se han fijado como tarea, la entrega de la nación a los apetitos extranjeros. Esta es una verdad y una lección contra la cual debemos estar prevenidos. Lamentablemente, la traición de Santa Anna en la Batalla de Churubusco y otras cometidas, por ejemplo, en Padierna, en la defensa de Chapultepec, en La Angostura, etc., son lecciones de nuestra dolorosa Historia Nacional desconocidas por la mayoría del pueblo, de la cual, por ignorancia de los hechos, no hemos asimilado la lección.
El presidente-general, carente de amor a la Patria e inspirado por sus odios a México y su servilismo al extranjero, entregó al Gral. Pedro María Anaya, balas de distinto calibre al de las armas con que fueron dotados los defensores de Churubusco. Dicha traición no pudo haber sido más infame y por desgracia, en el curso del acontecer nacional y hasta nuestros días, se ha dado y se da la actuación de otros descastados.
En la Batalla de Churubusco, cayó, al lado de los mexicanos, el heroico Batallón de San Patricio, único aliado que tuvimos en aquellos días de desgracia nacional que achicó los horizontes territoriales de México.
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