Oficialmente, el 13 de marzo de 2015 se cumplieron 690 años de la fundación de México Tenochtitlán, según la versión más aceptada. O sea, desde los aztecas hasta nuestro tiempo estos territorios, que fueron lagos y ahora son ríos de cemento, han sido habitados por cerca de siete siglos, y le hemos puesto en su “matraca” a la ecología de aquellos tiempos.
Antes, había lagos con agua salada y otros de agua dulce; en sus riberas crecían los ahuehuetes, tules, sauces y carrizo. Las aves volaban alegres surcando los aires, y algunas venían desde Canadá, como los patos y las garzas.
Aquí reinaban águilas reales, colibríes y cenzontles; había papagayos y merodeaban las víboras; la mazacuate, la cascabel, culebras, lagartijas, sapos, ranas, venados blancos, tejones, monos araña, tuzas, ratas, los xoloitzcuintles y una gran cantidad de peces.
Se imaginarán la dieta de los aztecas, no por nada la proteína se daba en todos sus guisos, en los escamoles, los chinicuiles, acociles, charales, los chichicuilotitos…, y no le sigo porque de seguro se los están saboreando en molito, en salsita con tortillitas de maíz azul y frijoles caldosos con nopalitos. ¡Hojas, Petra!
Con un buen jarrito de pulque blanco y, como postre, una palanqueta de amaranto o alegría.
¡Ah!, qué tiempos aquellos, señor Moctezuma, donde México Tenochtitlán no era uno de los países que más gordos tiene.
Y menos cuando el sacerdote Cuauhtlaquezqui, quien, según la crónica Mexicáyotl, dijo estas palabras: “Id y ve un nopal salvaje, veréis un águila parada como se peina sus plumas, ahí está el corazón de Copil, ha brotado en ese nopal salvaje, aquí estaremos y aquí nos tocó reinar.”
¡Y rajas, manos a la obra!: Los aztecas erigieron a México Tenochtitlán, y casi siete siglos después, los chilangos del “DeFectuoso” navegamos en el concreto y somos sibaritas del asfalto llenas de pizzas, hamburguesa y refrescos, y donde las aves caen al piso, “chiras pelas”, por culpa de la contaminación.
Ojalá a los chilangos nos entre el ansia, al sobarnos la barriga, de que hay que mejorar nuestra dieta, con ejercicio y comiendo como antes… ¡Ay, ojitos pajaritos!